El principio de Peter.(1)
Tratado sobre la incompetencia o por qué las cosas van siempre mal.
El principio de Peter
es un estudio científico llevado a cabo por el Dr. Laurence J. Peter (1919-1990)
insigne pedagogo de la Universidad de California donde llegó a ser profesor
titular del departamento de Pedagogía. Con la colaboración de Raymon Hull,
escritor y comentarista de televisión canadiense, publica en 1968 la primera
edición del libro “El principio de Peter”, que enseguida se convierte en un
éxito.
En el inicio del texto
explica los pormenores de la investigación a la que se entrega y por qué. El
análisis histórico de hechos que acabaron mal y cuales fueron sus causas, le
llevó a exponer que solo la incompetencia era la única causante de dichos
desastres. Plantea en su teoría que todos los seres humanos debidamente
jerarquizados, ascienden en la pirámide social o laboral hasta alcanzar su
nivel de incompetencia. Con sentido del humor, plantea que ha descubierto una
nueva ciencia de la que nadie se ha ocupado, la jerarquiología,
inadvertidamente, había fundado el estudio de las jerarquías.
¿En qué consiste el
principio de Peter? Definición: En una jerarquía, todo empleado tiende a
ascender hasta su nivel de incompetencia.
Desde luego, muchos
empleados o simplemente actividades, que están jerarquizadas y que son
desempeñadas de forma competente son la plataforma para un ascenso a un nivel
superior para alcanzar un nivel de competencia o incompetencia según las
habilidades del empleado. Si ha alcanzado su nivel de incompetencia, ese será
su destino final. Una vez instalado en él quedará anclado en esa categoría para
siempre.
Con el tiempo, todo
puesto tiende a ser ocupado por un empleado que es incompetente para desempeñar
sus obligaciones.
Naturalmente, es raro
que se encuentre en el sistema que todos los empleados hayan encontrado su
nivel de incompetencia. En la mayoría de los casos, alguien está realizando su
labor orientada a la finalidad de esa sociedad jerarquizada.
El trabajo es
realizado por aquellos empleados que no han alcanzado su nivel de
incompetencia.
Propone de forma muy
coherente el principio que pudiera explicar por qué tantos puestos importantes
son ocupados por individuos incompetentes para desempeñar los deberes y
responsabilidades de sus respectivas ocupaciones.
Explica este principio
la realidad de muchos círculos sociales con un objetivo final. Los miembros más
eficaces de esa sociedad suelen ser elevados a categorías superiores, mediante
ascensos por merecimientos laborales contrastados. Ocurre que, sin embargo, el
nuevo puesto puede no ser el apropiado para las características del ascendido,
abocándole al fracaso en su nueva actividad, es decir que ha llegado a su nivel
de incompetencia.
En el final del
prólogo del libro explica en pocos párrafos la justificación de éste estudio
sobre la incompetencia, por tanto de la estupidez humana. Transcribo
literalmente el final de ese prólogo.
Como individuos, tendemos a trepar hacia nuestros niveles
de incompetencia. Nos comportamos como si lo mejor fuese trepar cada vez más arriba, y el resultado lo
tenemos a nuestro alrededor: las trágicas víctimas de su irreflexiva escalada.
Vemos a los hombres en grupos, y a la mayoría de la raza
humana pugnando por alcanzar una mejor posición como sobre un molino de ruedas
de escalones irregulares, escalando con uñas y dientes para aniquilar a la
población del mundo, escalando producción de fuerza y elementos, mientras se
contamina el ambiente y se perturba el equilibrio ecológico que mantiene la
vida.
Si el hombre quiere rescatarse a si mismo de una futura
existencia intolerable, debe, ante todo, ver a donde le conduce su insensata
escalada. Debe examinar sus objetivos y comprender que el verdadero progreso se
logra moviéndose hacia adelante en
busca de una mejor forma de vida, en vez de hacerlo hacia arriba, hacia la incompetencia total de la vida. El hombre
debe comprender que la calidad de la experiencia es más importante que la
adquisición de inútiles artefactos y posesiones materiales. Debe dar de nuevo
significación a la vida y decidir si usará su inteligencia para preservación de
la raza humana y el desarrollo de las características humanísticas del hombre,
o bien si seguirá utilizando su potencial creador en la escalada hacia una
super colosal trampa mortal.
Ocasionalmente, el
hombre capta un destello de su imagen en el espejo, y, por no reconocerse
inmediatamente a sí mismo en él, empieza a reír antes de comprender lo que está
haciendo. Y en tales momentos es cuando se produce el verdadero progreso hacia
el entendimiento.
Mas claro no se puede decir, no se trata de que el ser humano escale en la
pirámide social, fuere la que fuere, se trata de caminar hacia adelante
empleando para ella el poder de nuestra mente, la inteligencia, cualidad que
nos permite ser diferentes de los demás seres vivos, tiene la particularidad de
conducirnos a la reflexión mediante métodos de pensamiento, ser reflexivos y
elegir adecuadamente con la experiencia como aprendizaje.
(1) Publicado en inglés en 1969. En 1970
Plaza y Janes lo hace en castellano.
La edición que he leído es de
1983.