martes, 4 de junio de 2019


¿Es cierto que hay tantos estúpidos?



Al menos es lo que han pensado muchos intelectuales, científicos, escritores, pensadores, filósofos o incluso santos. Realmente es difícil cuantificar a que porcentaje, y por lo tanto número, de la población afectada por esta “cualidad” (Vea que lo he puesto entre comillas, tengo mis dudas que sea una cualidad como tal, o una remora colgada del cerebro) A lo largo de la historia la estupidez ha sido reiteradamente denunciada por personas de reconocida solvencia cultural e intelectual, Platón, Aristóteles, Erasmo, San Agustín, etc. Veían como decisiones eran tomadas por gobernantes de todo tipo conducían al desastre a toda una sociedad o un Imperio.

Como dice Carlo M. Cipolla, “La humanidad se encuentra – y sobre esto el acuerdo es unánime- en un estado deplorable. Ahora bien, no se trata de ninguna novedad. Si uno se atreve a mirar hacia atrás, se da cuenta de que siempre ha estado en un estado deplorable”.  Verdadera sabiduría, pues la estupidez ha obrado con rigor durante toda la historia generando no pocos desastres a través de miles de años.

Esto quiere decir que no solo los estúpidos son muchos, han sido muchos durante mucho tiempo, casi todo el tiempo, desde siempre.





“En efecto, la de los imbéciles es una familia muy numerosa”

Simónides, citado en Platón, Protágoras., 346 A.de C.



Aunque el autor trata de explicarnos que, aquellos de los que habla, son muchos, lo hace en metáfora, obviamente la de los estúpidos no es una familia, como tal se la debe entender. La familia es otra cosa, aunque también puede ocurrir que dentro de cualquier grupo familiar haya algún idiota, varios o toda ella esté compuesta por un nutrido grupo familiar de imbéciles. Pero eso es otra historia.

En todo caso la estupidez sería una variable dentro del homo sapiens, o no tan sapiens, así debemos decirlo.

La familia se identifica por la identidad consanguínea de forma descendente, pero se forma desde la atracción mutua en una pareja, que conduce al sexo y como consecuencia del mismo culmina en la reproducción, así se forma una familia. Desde luego está lejos de que la estupidez pueda formar una familia, sea numeroso o muy numeroso el grupo que lo forme. No hay consanguinidad, salvo por el hecho casual aislado de algunos individuos que puedan coincidir en la misma familia, algo no tan inverosímil, pues el contacto genera contagio y la estupidez tiene formas de infección realmente sorprendentes.

Ese grupo al que se refiere el autor es muy heterogéneo está compuesto de   humanos sin que entre ellos existan vínculos afectivos, por lo tanto, no hay unión, ni sexo, excluyendo claro, la reproducción. Es sorprendente que sin reproducción el número de estúpidos crezca día tras día, no estamos seguros cual es el desencadenante, o la forma en que el grupo crece, si es por generación espontánea, por crecimiento exponencial, o por progresión geométrica. El caso es que la población mundial aumenta año tras año de forma alarmante para la inquietud de los pocos que nos damos cuenta que este crecimiento no hace más que llenar el mundo de estúpidos, que siendo importante su número, sin cuantificar ¡eh!, nos hace pensar que la tierra se va al desastre de manera inexorable.

        

                                             



“El número de necios es infinito” Eclesiastés. I, 15



Permítanme la ligereza de afirmar que el Eclesiastés se equivoca en esta apreciación sobre la necedad. Siendo, como es, la estupidez una cualidad humana como otra cualquiera, se entiende que la poseen las personas humanas sin otra apreciación sobre cualquier especie que habite sobre la tierra. Pues bien, si esta cualidad humana la poseen los humanos y los humanos que habitan la tierra es un número finito, siete mil millones, por ejemplo, también será finito el número de estúpidos, incluso me atrevo a decir que puede ser sensiblemente inferior, pero muy poco. Hay quien afirma que toda la humanidad es afecta por la idiotez, puede ser, cualquiera puede cometer una estupidez en uno o varios momentos de su vida, lo que nos daría un valor absoluto del cien por cien. Creo que es aventurado decirlo así, no todos estamos afectados por la sandez de forma clara y permanente como se manifiesta a diario en todos los círculos sociales conocidos.





“Inmensa es la multitud de imbéciles”. San Agustín. Contra los académicos. I 1-2



Apreciación muy acertada, es un concepto mas cercano puesto que nos deja a nuestro criterio la interpretación de la palabra “Inmensa” siempre bajo el criterio de lo limitada que es la población humana.

Tiene San Agustín dos citas más sobre los idiotas que analizaremos a continuación.



“La mayoría de los hombres son idiotas. Eso también es sabido”. Del libre albedrío. I,8,19

“En efecto, los lerdos constituyen la gran masa”.  La dimensión del alma, XII.



Dos anotaciones más cuantificando, a grandes rasgos, lo que puede ser la población de imbéciles y el impacto general que sobre la población puede generar. Cierto es que a veces estamos rodeados de idiotas sin que nos demos cuenta, la sandez navega a nuestro alrededor y no la percibimos por falta de atención, o bien por aquella sensación de no darle importancia a lo que oímos a nuestro alrededor. Si prestáramos la vigilancia adecuada de lo que se manifiesta en nuestro entorno, o en los medios de comunicación hoy en día, nos daremos cuenta que nuestra sociedad sobrevive a pesar del cúmulo de estupideces que se dicen o lo que es peor, que se proponen.










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