Hablar de la estupidez, aparte de estúpido, es complejo, y es complejo
porque el campo de actuación que abarca la estupidez es tan grande, infinito
según algunos autores, que es lo más complicado de hacer a pesar de que en un principio
parezca sencillo.
Todos cometemos estupideces en algún
momento de nuestra existencia. Puede que sean pocas o muchas, todo va en
concordancia con el grado de estupidez que portemos en nuestro acervo. Bien es
cierto que cometer alguna estupidez en un momento puntual no va a reportarnos
inconvenientes mayores que la propia estupidez cometida. Pero la acumulación de
pequeñas estupideces, algo muy frecuente entre los estúpidos, puede ocasionar
una auténtica catástrofe debido precisamente al número desatinado de ellas. Lo
explicó claramente A. Camus cuando expresó que “la estupidez insiste siempre”, está claro que si no andamos con
cuidado podemos estar rodeados por los efectos no deseados de la estupidez.
Pero centrémonos en lo
concreto: Para poder entender un fenómeno, lo primero que debemos hacer es
definirlo, y, como la ciencia recomienda, describir dicho fenómeno como uno más
de la naturaleza, al fin y al cabo está ahí actuando en el entorno del ser
humano como un componente más.
El problema que hemos
encontrado es que muchos filósofos, psicólogos, sociólogos e intelectuales en
general, que han investigado seriamente el fenómeno de esta faceta del fracaso
de la inteligencia, no han llegado a una definición común y concreta, como se
puede definir la Medicina o la Ingeniería, incluso algo tan complejo como la Economía.
Esta falta de consenso creemos se debe al abanico de posibilidades que la
estupidez oferta.
Cada cual da su
definición, y aunque siendo muy válidas
todas, para explicar lo que es la estupidez. Dentro del contexto definido
podríamos dar por aceptables todas y cada una de ellas, pero después de
leerlas, creemos que se quedan cortas en lo definido… como incompletas.
Entendemos que es imposible abarcar de forma absoluta todo el campo de
actuación de la estupidez. ¡Es tan grande! Decía Albert Eistein, autor de la
teoría de la relatividad: “Hay dos cosas
infinitas: El Universo y la Estupidez humana. Del Universo no estoy tan
seguro.” Ahí radica el problema, en
el carácter infinito del fenómeno.
Dicho esto, pasemos a
intentar definir la estupidez con varios de los ilustrados en la materia, por
cierto, no por estúpidos, sino como estudiosos del fenómeno.
En un blog, de los
muchos que circulan por internet, llamado “Zombie Indahouse” extraigo esta
definición que es bastante coherente:
Es
la actitud y/o comportamiento de una persona que comete actos torpes e
impertinentes. Alguien que parece tener dificultades para entender lo más
elemental para luego expresarlo de forma correcta en el lugar y momento
oportunos. Así mismo su presencia y conducta suele incomodar a su entorno.
Satisfactoria pero
incompleta. Dentro de la estupidez hay también intención, no solo ese
comportamiento es absurdo, también es intencionado por premisas, verdaderas o
no, en la búsqueda de algo que solo el estúpido conoce y que condicionan esa
conducta completamente estúpida. Generalmente el estúpido busca ganarse el aprecio o el respeto de su entorno
cercano, se expresa con ostentación de que todo lo sabe, y lo que no sabe
pretende hacer ver que es un experto. Pues bien, mas tarde o más temprano conquista el menosprecio de su entorno inmediato,
cercano o más alejado, porque la
estupidez es difícil de ocultar mucho tiempo. Hay estúpidos muy significados a
los que tenemos por ilustrados, que a veces son los que cometen las mayores
estupideces. Volveremos sobre ellos más adelante.
Jose Antonio Marina en
el prólogo de su libro “La inteligencia
fracasada”(2) expone que: “Si existe una teoría científica sobre la
inteligencia, debería haber otra igualmente científica sobre la estupidez. Creo,
incluso, que enseñarla como asignatura troncal en todos los niveles educativos
produciría enorme beneficios sociales.” Razona que; esto vacunaría contra
la tontería y de la que es urgente la necesidad de hacer una profilaxis
profunda, puesto que es un morbo del que todos podemos contagiarnos.
Del mismo modo
Giancarlo Livraghi empieza su libro, “El
poder de la estupidez” (4) con
esta lapidaria frase: “La estupidez es un
problema serio” Y, sí, es un
problema muy serio que si no se toma en cuenta podemos pagarlo muy caro. Muchos
de los acontecimientos históricos que han cambiado el curso de una civilización
han sido por la intervención de una decisión estúpida. Lejos de la casualidad,
que también ha tenido importante influencia en dichos acontecimientos, pero
esta no tiene nada que ver con el tema que estamos tratando. La estupidez ha
conducido al fracaso mas estrepitoso las gestas que pretendían ser un éxito glorioso.
En su libro ¿La Estupidez? Veintiocho siglos hablando de
ella. Lucien Jerphagon expone en el prólogo lo siguiente, cito textualmente:
“A lo largo de la historia ha habido personas,
y no precisamente insignificantes, que han denunciado la estupidez, por no usar otras palabras que nos vienen a la
mente. Es posible olerla en todas partes y flota en el ambiente de todas las
épocas. De algún modo se encuentra en la Atmósfera”.
Está claro que forma
parte inseparable del ser humano y su entorno como un fenómeno inseparable del
mismo, pero que nunca se ha considerado como un factor determinante en el
devenir de nuestras vidas. En nuestro fuero interno sabemos que es la estupidez,
pero somos incapaces de definirla con precisión porque en realidad es una idea
vaga que adaptamos ante la presencia de la misma, en su contexto real y la
variante que nos ofrezca en ese momento.
La estupidez es de por
sí indefinible, son pocos los estudiosos que se han atrevido a meterse en
semejante pantano. Trato de explicar que por muy bien que queramos definirla,
no lo vamos a conseguir en su plenitud. La estupidez se presenta de forma
imprevista, como imprevistas son sus consecuencias, y además está sujeta a una
variabilidad extensísima con lo cual se nos hace un mundo llegar a ello.
Bibliografía
1.-
¿La estupidez? Veintiocho siglos hablando de ella.
Lucien
Jerphagon. Edt. Paidos 2011
2.- La
inteligencia fracasada (Teoría y práctica de la estupidez)
José
Antonio Marina. Edt. Anagrama. 2004
4.- El
poder de la estupidez. Giancarlo
Livraghi.
Edt.
Planeta. 2010
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